jueves, 26 de febrero de 2009

Resiliencia, lenguaje e interacción (1)


Marco Antonio Villalta Páucar

El término “resiliencia” aparece en la literatura especializada de la salud mental como una hipótesis explicativa de la conducta saludable en condiciones de adversidad o alto riesgo. Han proliferado los estudios que han precisado los alcances y limitaciones de este concepto.

Se relaciona a otros términos como: factores protectores, factores de riesgo y vulnerabilidad, los cuales describen los elementos predisponentes del sujeto, y aquellos del entorno que influyen en el comportamiento saludable. La forma en como se vinculan estos términos es variable, y ha llevado a la discusión sobre el carácter personal o contextual del concepto de resiliencia.

En la actualidad la mayoría de los autores comparte una perspectiva interaccional o constructivista del concepto de resiliencia. En tal sentido, la resiliencia es un rasgo propiamente humano, en tanto este se constituye en la interacción social y supone una combinación de factores personales y contextuales. Los estudios producen información que enriquece los factores tanto personales como de contexto que componen el fenómeno de la resiliencia, pero no hay acuerdo en un modelo conceptual que los vincule de tal forma de explicar el comportamiento en contexto de adversidad.

Diversos estudios coinciden en señalar que la resiliencia resulta de factores protectores como: autoestima consistente. Instrospección, independencia, capacidad para relacionarse, iniciativa, humor, creatividad, moralidad y pensamiento crítico. Se trata de comportamientos cultivados a lo largo de la historia del sujeto, y que, posiblemente, se ha consolidado en los vínculos tempranos del desarrollo, constituyendo una particular apropiación de los sucesos de la vida. Estos comportamientos han sido aprendidos en relación a otros. Siendo esto asi, -aprendido- pueden cambiar.

La resiliencia refiere a una forma en como el sujeto se apropia de la realidad. Una forma central de apropiación de la realidad es el lenguaje, que abre o cierra posibilidades de acción saludable o de superación de los eventos traumáticos.

El lenguaje cumple un importante papel vinculante y de identidad de las personas y colectivos humanos. Como señala Echeverría (2005) a través del habla el sujeto no solamente describe la realidad sino que, y esto es lo mas importante, la construye.

Y la construcción comunicativa, sea lingüística o no, esta lejos de ser individual y antojadiza, pues el habla refleja la historia colectiva individualizada –como lo señala Vygostsky y Bruner- que se transforma permanentemente en la interaccion con otros, y consigo mismo, que tambien están en constante cambio. Echeverria (1996) sostiene que dicha función generativa del lenguaje es la que constituye el ser. Es decir, aquello que esencialmente somos es constituido por el lenguaje. Y si el lenguaje es acción dinámica, interactiva, generativa, en consecuencia el ser es un proceso de constante construcción y transformación.

Tomando esta línea de reflexión es posible sostener que la resiliencia en tanto fenómeno humano, puede ser desarrollada desde el cambio guiado de las funciones interactivas y generativas del lenguaje. La historia no determina al sujeto. Es mas bien a la inversa, el sujeto puede dar diversos juicios de su historia. Algo similar dice el escritor colombiano Garcia Marquez (2002), cuando señala que “la vida no es la que uno vivió, sino la que un recuerda y cómo la recuerda para contarla”.